En general, la duración de la vida después del cáncer de próstata es de cinco años. Se trata de una probabilidad estadística de éxito del tratamiento, sin hacer juicios sobre el tipo de tratamiento. Pero la práctica clínica enseña que toda evaluación es relativa, entre otras cosas porque quienes no conocen los casos de pacientes desilusionados, que se supone que tienen muy poco tiempo de vida y sin embargo han sobrevivido (y sobreviven) años, décadas después del fatídico anuncio médico.
Es extremadamente natural que el paciente se cuestione la duración de la vida. Así como es esencial considerar casos específicos. Y nada como tener una conversación franca con tu doctor.
La tasa de supervivencia es relativa porque, en general, un cierto tipo de cáncer puede indicar que el 90% de los pacientes tendrán una supervivencia de cinco años. Esto significa que 90 de cada 100 pacientes podrán vivir más de cinco años después del diagnóstico. Pero no siempre es así. Muchos vivirán mucho más tiempo después del diagnóstico. Esta tasa, por ejemplo, se basa en pacientes diagnosticados con cáncer de próstata, según el Instituto Nacional del Cáncer (NCI), y corroborada por la Sociedad Americana del Cáncer (ACS).
Pero tanto las organizaciones internacionales como las brasileñas (en el caso del INCA, por ejemplo) saben que además de las estadísticas hay muchos otros factores que deben ser considerados. En el caso del cáncer de próstata, al señalar un pronóstico «definitivo» deben tenerse en cuenta factores como la edad, el estado general de salud, el nivel de PSA, las opciones de tratamiento y la forma en que cada individuo y la propia enfermedad responden al tratamiento. O la tasa de supervivencia.
Longevidad
Cuando se habla de la supervivencia después del cáncer de próstata, también es necesario evaluar en qué región del órgano se encuentra el tumor y si la enfermedad fue diagnosticada en una etapa temprana.
La práctica clínica suele ser un fuerte aliado e inspirador. Aunque cada paciente responde de manera única al tratamiento, en general se está de acuerdo en que cuanto antes se diagnostique la enfermedad, mejor será la calidad de vida del paciente después del tratamiento, así como su tasa de supervivencia y curación.
Sigo de cerca a un paciente que meses antes del tratamiento tenía numerosas dudas y aflicciones sobre lo que significaba «supervivencia». Le diagnosticaron cáncer de próstata y después de realizar varias pruebas en Brasil, se embarcó en Alemania. Realizaría una cirugía cuando regresara al país.
En ese momento, también le atormentaba que el tratamiento no interfiriera con su potencia sexual, una pregunta legítima para todo hombre. Fue entonces, por recomendación de un amigo, que descubrió un nuevo tratamiento realizado en un hospital de Munich. Optó por el tratamiento en Alemania, y realizaría las pruebas de control en Brasil. Incluso porque, guiado por los médicos, sabía que en caso de recaída podía hacer un nuevo tratamiento (llamado de rescate).
Desde 1999, después del tratamiento en Alemania, sigo de cerca a este paciente, realizamos todas las pruebas, como el PSA y la biopsia. Lleva 20 años sin signos de cáncer, disfruta de plena salud a los 90 años y es el paciente de mayor duración para el seguimiento del cáncer de próstata en Brasil después de la terapia HIFU.
Hábitos saludables, supervivencia y longevidad
La longevidad de un paciente siempre plantea algunas preguntas. ¿Qué hizo después del tratamiento? ¿Cambió su estilo de vida? ¿Por qué algunos son más longevos y otros no?
El caso de este paciente brasileño no es una mera casualidad. Informa que tiene una dieta equilibrada, su plato está compuesto de verduras, frijoles y arroz, come pan integral y practica actividad física, senderismo, especialmente en la playa. Y detalla: como era constructor, subía y bajaba escaleras, siempre estaba muy activo.
Un estudio sin precedentes, financiado por el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF) y una organización sin fines de lucro (Cancer Research UK), se publicó recientemente en la revista científica International Journal of Epidemiology. El estudio realizado por científicos de la Universidad de Bristol (Reino Unido) analizó los datos de 140.000 hombres y descubrió que los que realizaban más actividad física tenían un riesgo 51% menor de padecer cáncer de próstata.
Lo más interesante es que estas actividades no necesitaban ser intensas, bastaba con hacer cosas simples, como la jardinería o caminar. Debido a que se trata de un estudio genético, conocido como aleatorización mendeliana, es un método mucho más riguroso para calcular el riesgo, y para evaluar los impactos positivos de una simple actividad física a favor de la reducción de la incidencia de tumores en la próstata. Es otra excelente señal de que la actividad física sólo trae beneficios.
La longevidad o la tasa de supervivencia después del cáncer de próstata puede ser reescrita. Para colaborar con estadísticas más positivas, un consejo: muévase, practique alguna actividad física. Incluso si es jardinería.