Investigadores de la Universidad de Oporto, Portugal, analizaron 92 perros en escuelas de entrenamiento. Mientras que 42 de ellos fueron entrenados con el uso de recompensas, como comida y juego, los otros 50 fueron parte de programas aversivos, en los que reinaban los trucos. Después de dos años, los científicos encontraron signos de nerviosismo y pesimismo y altos niveles de cortisol (la hormona del estrés) sólo en el segundo grupo.
La veterinaria Marcela Barbieri Boro, de la franquicia Cão Cidadão, en São Paulo, dice que someter a la mascota a gritos y sermones dentro de la casa también es capaz de llevar a estos resultados.
«El perro puede sufrir daños cognitivos, metabólicos y de comportamiento», dice.
Ver qué es válido (o no) para enseñar y corregir al animal
Bocadillo saludable: es una buena forma de incentivo, pero en exceso lleva a la obesidad. Prefiero las naturales.
Deja de castigar: además de estresarlo, no es tan útil. «No se asocia con el mal comportamiento», aclara el veterinario.
Voz de mando: si la mascota hace algo malo, puedes hablar asertivamente y aplaudir, sólo para llamar la atención.
Afecto extra: «El refuerzo positivo se basa en recompensas variadas, no sólo en la comida», señala Marcela.
Educador de la salud: «Enseñe el lugar correcto para orinar antes de recurrir al repelente. El entrenamiento es más efectivo», dice.
Gasto de energía: Ofrecer objetos y juguetes para que la mascota no muerda los muebles y los zapatos.